viernes, 30 de marzo de 2007

Silencio

Mi profesor de Diseño dice que "la crisis del escritor frente a una hoja en blanco" es una gran mentira. Que si alguien se propone escribir y no lo logra es sencillamente porque no tiene nada que decir. Que los tachones, o el esfuerzo para llevar a cabo una composición no deberían existir y en ese caso, lejos de seguir intentandolo hay que cerrar y volver cuando se esté listo.

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lunes, 12 de marzo de 2007

Sinopsis

Siempre oí hablar de Mar del Plata como “La feliz”. Sé que a una mayoría le interesa veranear allí, tomarse recreos de fines de semana largos o cortos y que muchos sueñan con habitarla de manera permanente. A mis padres les gusta mucho y siento que sonríen a través del teléfono cuando la mencionan. Pienso que quizá algunos de sus momentos más afortunados ocurrieron en esa costa. A mi nunca me llamó demasiado la atención porque llegué a mi familia en un momento en el que ya habían recorrido el país y anclado en diversas ciudades, y si bien viajé, no comprendía cuán acertada inversión es viajar.
No conocí la ciudad, porque no fui a conocerla. Fui a ver películas. Fui a convivir con una amiga y una amiga de mi amiga con la que tuve excelente afinidad desde un comienzo, cosa que no siempre ocurre. Ocupamos un Hostel en el que no hicimos otra cosa que correr. Corrimos la galería principal rumbo a la cocina, corrimos en el comedor, comimos corriendo y huimos corriendo al grito de: “¡vamos que en 20 minutos empieza la otra peli!.. taxi, cole, caminando???”. Y eso, bromas aparte, nos gustó y mucho.
En lo personal descubrí que el cinéfilo es un ser muy sociable. Por más que no te conozca si te tiene cerca va a buscar entablar conversación, porque el arte une de modo natural y porque siempre está abierto a diversos puntos de vista. Y un film es eso. Un punto de vista.
Vimos desde una argentina con 40 minutos prescindibles que encuadraba, ¿serían varias historias dentro de una o la misma historia contada desde distintos ángulos y en simultaneo?, hasta un triller de Hong Kong, pasando por un poema fotográfico brasilero, otra película sobre cómo se hizo una película, una sobre la vacuidad de los vínculos humanos, una comedia sobre la llegada de nuestros antepasados, y una… acerca del amor. Presenciamos conferencias de prensa y recuperamos el deseo de trabajar por los derechos humanos, aun también nosotras idealistas desencantadas.

Hoy es lunes y la Avenida Santa Fe a las 7 a.m. ya enloquecía. Siempre llega el momento de regresar. Pero también el de volver a partir.

jueves, 8 de marzo de 2007

Déjà vu

El viernes pasado estuve mostrando unos deptos. durante la tarde. Cerca del final de mi recorrido, siempre por Palermo esta vez, tuve una elipsis de una hora y me senté en un café a merendar y a recomenzar con Amor Líquido de Bauman, libro que logró deprimirme en su momento y he allí la razón de mi abandono. Bauman ha escrito ya un sinfín de historias líquidas. Con este que estoy leyendo es sumamente difícil no sentirse identificado.
Ahora bien, 15 minutos antes de la siguiente cita en la calle Laprida (a dos cuadras del café), salí rumbo al encuentro con Michelle, una suizo- francesa- italiana, autedefinida actriz independiente con cabello rojo fuego y una cuota suficiente de carisma. Michelle no encuentra el depto ideal para su estadía en Buenos Aires y es por eso que ayer miércoles después de convivir una hora y media con ella, dejó de caerme simpática. Pero volviendo al viernes, antes de conocerla, me encontraba yo caminando por la calle French a paso paseo cuando sonó mi celular. Era mi jefe. Crucé Laprida y lo atendí. En ese instante escuché el crujir de unos frenos furiosos sobre el asfalto y giré inmediatamente: un taxi había chocado a otro. Dos o tres horas más tarde y volviendo a casa por Coronel Diaz, sucedió otra vez. El freno, el ruido, los gestos de los transeúntes, el taxi. Pero no hubo golpe, ni portazos, ni enojos, ni papeles porque no hubo choque.Esa noche en un bar Hip hopero de Olivos tuve un déjà vu real. Saliendo del baño, vi pasar frente a mi un joven corpulento y venido a menos que me miró de reojo. Una hora más tarde, nuevamente saliendo del baño, volvió a pasar el mismo joven, aun más venido a menos y con la misma mirada.
En un instante de comicidad comenté a mis amigas que si ese chico era taxista todo cerraba. “Voy a chocar en un taxi conducido por él en mi regreso a la Capital”.

Lo que nos asusta de los déjà vu y de las repeticiones es quizá la posibilidad de que sean señales de sucesos futuros, así como resabios de vivencias pasadas. Son cuestiones que parecen estar más a nivel inconsciente o que escapan a nuestra psiquis y forman parte de un universo de causalidades. En cambio cuando encontramos señales, sean buenas o malas, no hay más que una predisposición mental a verlas. Como si fueramos por la vida buscándolas como excusa para justificar lo inexplicable.