domingo, 23 de noviembre de 2008

Sur

Y si no hubiese dejado el sur… qué si no lo hubiera hecho? Probablemente estaría en otro rincón preguntándome por qué no lo hice: irme como me fui.

Sucede de pronto. Uno se contornea entre festejos y adioses, se colma de lágrimas el rostro, prepara las cajas, valijas, escribe cartas y sueña… uno sueña tanto cuando está a punto de dejar el nido que lo cobijó la vida entera. Y yo escribí algo de unas aves cuando mi mejor amiga se fue antes que yo, a un lugar que no iba a ser el mío. Unas aves libres a las que les habían dado una libertad que en realidad no deseaban. Porque yo anhelaba la huida sí, pero no había en mí espacio suficiente para abrazar esa dimensión toda, inconmensurable. La incertidumbre tenía tanto poder que generaba adrenalina, creaba la ficción de las certezas.
Abrí el cajón de la mesa de luz de mamá y le dejé una carta, mientras ella me esperaba fuera con mi modesta mudanza. Supe después que lloró, que los vacíos le pesaron como cuerpos sin forma entre los halos de luz que invadían mi cuarto. Quizá en simultáneo yo también lloré, observando por una ventana el gris del verano porteño disuelto en cenizas. Se había vuelto tan real el futuro y tan lejano todo lo demás que no pude más que abandonarme a esa sensación vagabunda entre tristeza y sosiego, y esperar…

Esperar…

domingo, 2 de noviembre de 2008

Aporteñarse...

Artículo publicado en el Portal Buenos Aires Sos

http://www.buenosairessos.com/articulo-313.html

lunes, 29 de septiembre de 2008

Simple

Hace días, quizá meses, que esta sensación de falta me pesa. Me faltaba hacer esto: sentarme un momento, ver el cursor en movimiento y en mis altos narrativos observarlo impaciente, reapareciendo, como gritándome que me quite la quietud de la ausencia de la mancha en la hoja, que le entregue al silencio una pizca de tinta para que deje de existir en este pliegue virtual, que me permita decir cualquier cosa con tal de decir algo.
Por qué será que las ideas no se armonizan sino de este modo muchas veces. Por qué será que aun teniendo lo que concede al escrito la facultad de ser, aun así me resulta vacío a menos que suceda esto. Esto que está ocurriendo ahora. Una proyección desconfigurada se desglosa en palabras y el sentido no es tan absurdo como lo era antes. Cuando era sinsentido.
Y he aquí la diferencia… ya me siento mejor. Y la falta decrece.

martes, 1 de julio de 2008

Mío

Quizás algo de mí se quedó con vos.

Y fue antes de volvernos humo
En el centro de esos aires viciados de la calle
Exactamente en el minuto previo
Cuando dejé ese espacio

Breve

Algo de mi se quedó con vos.

Luego en todos los vértices
Que guardan los restos
Tampoco hubo nada
Ni tuyo, ni mío, ni nuestro

Pero en mí

Late esa ausencia ignorada.

Y me pregunto para qué
Si hubiese acaso un sentido,
Para qué dejarte algo tan mio
Si de vos no tengo nada

Por qué me duelen dolores
Intangibles

Y muy a mi pesar
El tiempo deviene obtuso

Esa presencia pequeña
Intacta, entera
La dejé en un rincón
De tus rincones

Y ahora…

Serás esa parte del todo
Que se pierde en la nada
Por ser multitud

Serás masa
Serás todos y ninguno
Y seré alguien que una vez conociste
Que pudo quererte

A quien pudiste querer

Mientras tanto algo de mí
Se quedó en vos
Y como el tiempo es tirano
Ya te pertenece

Pero no logro dejarte
En la orilla de la alteridad
Como el mar se quita la sal de las olas
Y regresa al son del viento

Es inútil y perverso
Pretenderte inexistente
Quererte efímero
Sentirte invisible

Olvidarte

Así que ese algo mío
Lo dejo con vos
Dichosa por volverme
Tan humana como el resto de nosotros.

martes, 15 de enero de 2008

Mala leche 1

Sinceramente a veces me pregunto "por qué estas cosas me pasan a mí"?. Tengo acaso un contrato de mala leche con el destino que firmé una noche de juerga en algún bar porteño, cuando el temor de nuestros padres de que nos pongan drogas extrañas en el trago llegó a su fatal desenlace?? Quizá.
Cuestión que hace algunos días llevaba ropa al lavadero y la puerta de entrada estaba más que sellada, imposible abrirla. Mi vecino tuvo la gentileza de ayudarme a salir y todos a salvo, pero a mi regreso, con un leve empujón el vidrio... inmenso vidrio que creí macizo, estalló en pedazos. No me lastimé, casualidad divina, y acto seguido hablé con la Administración para pedir con suma urgencia un vidriero. Jorge llegó 20 minutos más tarde y criticó a aquellos que "rompen y no juntan los restos". Lo observé con calma y le dije: "yo lo rompí y estaba esperando que lleguara usted para ir a buscar pala y escoba arriba...". Después de todo mi misión, junto con la de algunos vecinos que se sumaban, aunque por pequeños momentos, a observar la catástrofe, era advertir sobre el peligro al que encarara la puerta distraído. Finalmente era la bisagra la que impedía abrir y cerrar la puerta y la queja había sido efectuada hacía una semana. "Le podría haber pasado a cualquiera". He aquí cualquiera. En fin, pese a que me ofrecí a hacerme cargo del gasto de probarse mi responsabilidad en el hecho, lo de la bisagra apaciguó las cosas. Y talvez mi juventud, y mi condición de inquilina.
Lo que a mi me llamó la atención fue mi reacción frente a los sucesos: cuando el vidrio estalla yo me quedo perpleja observando primero su caída y estruendo sobre la baldosa del hall y luego a mi vecina del 1 apartando los restos con un secador mientras me preguntaba si estaba herida. Respiré profundo, y aunque intenté enojarme o deprimirme no lo logré. Simplemente observar las cosas que nos pasan (que a mi me pasan) y dejarlas ir. Todo es anecdótico me repito sonriente. No hay que dramatizarrr.
Creo que después de una seguidilla de cosas por el estilo que vienen ocurriéndome no me queda otra que reconciliarme con la mala leche. Será parte de mi, como en una época lo era perder todos mis objetos de valor simbólico y monetario como las cadenitas de oro, dos DNI, las llaves de casa (junto con el DNI: mapa de robo anunciado), un reloj que me regaló mi mejor amiga, un llavero.. que también me regaló mi mejor amiga, pulóveres...

Soy por herencia genética distraída (desboladísima).

Cuando les cuento estas cosas a mis sobrinos, rompen en carcajadas interminables y elogian mi sentido del humor. Y yo me río con ellos.

Es preferible... reír

Que llorar.