martes, 15 de enero de 2008

Mala leche 1

Sinceramente a veces me pregunto "por qué estas cosas me pasan a mí"?. Tengo acaso un contrato de mala leche con el destino que firmé una noche de juerga en algún bar porteño, cuando el temor de nuestros padres de que nos pongan drogas extrañas en el trago llegó a su fatal desenlace?? Quizá.
Cuestión que hace algunos días llevaba ropa al lavadero y la puerta de entrada estaba más que sellada, imposible abrirla. Mi vecino tuvo la gentileza de ayudarme a salir y todos a salvo, pero a mi regreso, con un leve empujón el vidrio... inmenso vidrio que creí macizo, estalló en pedazos. No me lastimé, casualidad divina, y acto seguido hablé con la Administración para pedir con suma urgencia un vidriero. Jorge llegó 20 minutos más tarde y criticó a aquellos que "rompen y no juntan los restos". Lo observé con calma y le dije: "yo lo rompí y estaba esperando que lleguara usted para ir a buscar pala y escoba arriba...". Después de todo mi misión, junto con la de algunos vecinos que se sumaban, aunque por pequeños momentos, a observar la catástrofe, era advertir sobre el peligro al que encarara la puerta distraído. Finalmente era la bisagra la que impedía abrir y cerrar la puerta y la queja había sido efectuada hacía una semana. "Le podría haber pasado a cualquiera". He aquí cualquiera. En fin, pese a que me ofrecí a hacerme cargo del gasto de probarse mi responsabilidad en el hecho, lo de la bisagra apaciguó las cosas. Y talvez mi juventud, y mi condición de inquilina.
Lo que a mi me llamó la atención fue mi reacción frente a los sucesos: cuando el vidrio estalla yo me quedo perpleja observando primero su caída y estruendo sobre la baldosa del hall y luego a mi vecina del 1 apartando los restos con un secador mientras me preguntaba si estaba herida. Respiré profundo, y aunque intenté enojarme o deprimirme no lo logré. Simplemente observar las cosas que nos pasan (que a mi me pasan) y dejarlas ir. Todo es anecdótico me repito sonriente. No hay que dramatizarrr.
Creo que después de una seguidilla de cosas por el estilo que vienen ocurriéndome no me queda otra que reconciliarme con la mala leche. Será parte de mi, como en una época lo era perder todos mis objetos de valor simbólico y monetario como las cadenitas de oro, dos DNI, las llaves de casa (junto con el DNI: mapa de robo anunciado), un reloj que me regaló mi mejor amiga, un llavero.. que también me regaló mi mejor amiga, pulóveres...

Soy por herencia genética distraída (desboladísima).

Cuando les cuento estas cosas a mis sobrinos, rompen en carcajadas interminables y elogian mi sentido del humor. Y yo me río con ellos.

Es preferible... reír

Que llorar.