domingo, 23 de noviembre de 2008

Sur

Y si no hubiese dejado el sur… qué si no lo hubiera hecho? Probablemente estaría en otro rincón preguntándome por qué no lo hice: irme como me fui.

Sucede de pronto. Uno se contornea entre festejos y adioses, se colma de lágrimas el rostro, prepara las cajas, valijas, escribe cartas y sueña… uno sueña tanto cuando está a punto de dejar el nido que lo cobijó la vida entera. Y yo escribí algo de unas aves cuando mi mejor amiga se fue antes que yo, a un lugar que no iba a ser el mío. Unas aves libres a las que les habían dado una libertad que en realidad no deseaban. Porque yo anhelaba la huida sí, pero no había en mí espacio suficiente para abrazar esa dimensión toda, inconmensurable. La incertidumbre tenía tanto poder que generaba adrenalina, creaba la ficción de las certezas.
Abrí el cajón de la mesa de luz de mamá y le dejé una carta, mientras ella me esperaba fuera con mi modesta mudanza. Supe después que lloró, que los vacíos le pesaron como cuerpos sin forma entre los halos de luz que invadían mi cuarto. Quizá en simultáneo yo también lloré, observando por una ventana el gris del verano porteño disuelto en cenizas. Se había vuelto tan real el futuro y tan lejano todo lo demás que no pude más que abandonarme a esa sensación vagabunda entre tristeza y sosiego, y esperar…

Esperar…

domingo, 2 de noviembre de 2008

Aporteñarse...

Artículo publicado en el Portal Buenos Aires Sos

http://www.buenosairessos.com/articulo-313.html