lunes, 29 de septiembre de 2008

Simple

Hace días, quizá meses, que esta sensación de falta me pesa. Me faltaba hacer esto: sentarme un momento, ver el cursor en movimiento y en mis altos narrativos observarlo impaciente, reapareciendo, como gritándome que me quite la quietud de la ausencia de la mancha en la hoja, que le entregue al silencio una pizca de tinta para que deje de existir en este pliegue virtual, que me permita decir cualquier cosa con tal de decir algo.
Por qué será que las ideas no se armonizan sino de este modo muchas veces. Por qué será que aun teniendo lo que concede al escrito la facultad de ser, aun así me resulta vacío a menos que suceda esto. Esto que está ocurriendo ahora. Una proyección desconfigurada se desglosa en palabras y el sentido no es tan absurdo como lo era antes. Cuando era sinsentido.
Y he aquí la diferencia… ya me siento mejor. Y la falta decrece.