jueves, 29 de noviembre de 2007

Sin ser

Cuando una historia sin comienzo termina, hay infinidad de palabras posibles que jamás serán dichas a nadie. Es el lenguaje del silencio que se arrincona en el espacio de lo que pudo haber sido. El resto lo ignora por completo y uno mismo con el correr del tiempo aprende a ignorarlo también.
La energía, que había tomado cause, detiene su marcha a mitad de camino y se esfuman las horas de un tiempo perdido, de un tiempo inútil. Y ya no hay miradas, ni voces que sonaban familiares, ni detalles agradables, ni sorpresas ni misterios. No hay planes. Pero tampoco hay vacío. Es como un alto de repente, es una interrupción en la armonía, es una lámina de sombra que ata un nudo en la cuerda del tiempo. Es un momento nada más de confusión y de amenaza de tristezas venideras, que quizá nunca lleguen a materializarse.
Son las fotografías de un amor que no fue amor. Es una historia sin presente ni futuro, sin esencia. Es un mero condicional. Aquello que pudo haber sido y no fue, no es. Y en mi propio devenir temperamental debo decir… tampoco será.
¿Qué nos dejan estas historias? ¿Qué aprendemos con ellas?

sábado, 24 de noviembre de 2007

Bife en mano

La historia comienza en una esquina del corazón de San Telmo. Rezaba Takura su cartel sin luces. Los minutos pasaban y comencé a presentir que no vendría al encuentro. Entonces la llamé y como efectivamente estaba retrasada propuso enviarme una consigna por mail para que hiciera ese parcial a destiempo de modo domiciliario. Horas después encontraría en mi correo su intensa complejidad.
Caminé hasta la parada del 29 que llegó enseguida. Era de noche ya y es un paseo, el de regreso a casa desde ese barrio, que siempre disfruto. Las vidrieras con antigüedades, la gente tomando tragos en la plazoleta de cemento y después una calzada circular hacia el centro hastiado a toda hora. La Avenida Córdoba se abre y todo me resulta familiar. Como si en cada rincón hubiera una anécdota mía.
Bajé en lo de Ro, tomamos unas copas de vino y hablamos de la vida, de los desamores y de la sequía de esas lágrimas que no logran aflorar. Hablamos del tiempo cuando nos invadió el aroma a lluvia.
Finalmente llegué a casa cerca de las 10 de la noche y pedí comida porque no tenía ganas de cocinar. Necesitaba hierro y elegí un bife de costilla que llegaría en 30 minutos.
El timbre sonó y pensé en atender, creo que lo hice, pero sólo para comprobar que todavía no arreglaron el portero. Y quizá pensando en esas cosas me puse unas ojotas (podrían haber sido las pantuflas) y bajé con la billetera y el cambio justo.

Sólo con la billetera y el cambio justo.

Mientras me acercaba a la puerta ya en planta baja descubrí que no tenía la llave. Ahí estaba, mi bife esperándome, mi estómago crujiendo, mis manos casi vacías. Entonces haciéndole una seña al chico del delivery le rogué que me esperara. Él sonrió y pasó los siguientes minutos observándome de puerta en puerta sin lograr que nadie me abriera. “Estoy descansando” gritó el malhumorado del 3 con tonada gallega. “Buena onda” le contesté con enojo.
Subí hacia la salvación del 7. Primero pude encontrarme con el bife, le pagué al muchacho y enfrenté lo peor. Mi vecino hizo fuerza con una radiografía y no logró abrir la puerta. Entonces desde su casa llamé a Aldana que no estaba y a Ro, pero daba ocupado.
Con una llave extra de la puerta de entrada que me facilitaron y un paraguas a estrenar, también prestado, salí bajo la lluvia, bife en mano y en ojotas. Pasé por el banco, saqué dinero, y desde un locutorio llamé a Ro que me pasó el celular de Aldana (esto de tener todo agendado hace que ya no memoricemos nada) y paso seguido la llamé a la Peti.

- Estoy en Paseo del Sol, tengo la llave conmigo ( wonder wooommmaaannn)

Me tomé el 152 (o el 39) y me bajé en el Alto Palermo. Recuperé la llave, me despedí de Aldana y sus amigos y en un 68 (o 29) regresé a casa con el bife ya frío, pero contenta por no haberme desesperado en tomar mil taxis para cortas distancias, sobre todo con una bajada de bandera a 3.10.

En fin. Final feliz para una pequeña odisea.

El bife delicioso. Valió la pena esperar.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Atmósfera

Hay una melodía que me recuerda un lugar en el que nunca estuve, pero que se parece mucho a mi lugar en el mundo. Es un espacio inmenso y vacío en el que el aire recorre sus propios sueños. Hay arena y es húmeda y con aroma a lluvias veraniegas y lejanas. Tiene recovecos por doquier y son de piedra y de cal, cubiertos de sal y de memorias nuevas. Es mi paraíso personal. Es mi lugar desconocido. Está esperándome en algún rincón del globo, anhelando ser habitado por mí. Y yo sólo deseo ser habitada por él. Correr descalza contra la brisa de una primavera eterna. Y saber que mi destino estuvo siempre entre esas rocas azules y esos ecos palaciegos de la orilla. Aire.

Aire.

Y esa sola melodía.

viernes, 26 de octubre de 2007

En construcción 3

Uno construye.
Construye su día, lo prepara, elige los condimentos adecuados, lo saborea, lo arma. Lo diseña. Espontáneamente quizá, va uniendo las piezas necesarias para vivirlo. Cuando factores externos aparecen sorpresivamente los deja entrar e influir o los aparta y los reprime. Una piedra derrumba el castillo de naipes, puro equilibrio. Siempre hay que dejar un espacio para esas sorpresas. Uno construye un método de estudio, lo abandona y lo reconstruye las veces que considera necesarias. Una relación también se construye, de a dos. A veces construimos fantasías e ideales de cosas que nunca serán. Construimos textos eligiendo y ordenando, paradigma y sintagma, una armonía semántica que nos convence.
Pero a veces sentimos que no construimos nada. Que no aportamos nuevos elementos a nuestro universo. Que los días se deshacen entre las yemas de los dedos. A veces la tristeza devora muchas de nuestras horas, irrecuperables. Será que también allí construimos. Un rincón para la tristeza que se nos impone.
Hay autores que citan el advenimiento del reloj como impulso de la modernidad. Esto quiere decir que nuestras nociones acerca del tiempo son inventadas. Nos vienen dadas, pero en realidad son aprehendidas. Los relojes marcan los retrasos, los adelantos, el espacio limitado para comer un sándwich en la oficina, hasta la cantidad de posibilidades que restan para tener o no un hijo. Es una total mesura. Y de hecho también logra catalogarnos porque si solemos estar retrasados somos impuntuales. La palabra retraso en su sentido peyorativo (incluso cuando no intenta serlo lo es) nos dice que la normalidad está hacia delante. Alguien con un retraso, si nos guiáramos solo por el origen semántico de esta palabra no puede progresar. Si nos adelantamos en cambio nos llaman ansiosos, perfeccionistas, estructurados, obsesivos, histéricos. Y si no tenemos un hijo antes de que el reloj biológico llegue a las 12 campanadas, viviremos solas por el resto de nuestras vidas.
Pero, ¿quién es el culpable de los momentos marchitos?. Esos que no pueden recuperarse.
Los que bajo un inconsciente vestido de normalidad pudimos haber advertido, mientras el tiempo pasaba violento y veloz. ¿Cómo ganamos el tiempo perdido?, ¿con qué pagamos los instantes derrochados?.
Si estoy en deuda con un pasado que quiso ser, que pudo ser y al que di la espalda una y otra vez. Una idea, un impulso, un amor. Y en deuda conmigo.

Culpable es el miedo. O la farsa hecha armadura de una fortaleza que no es tal, pero a la que le entregué mi vida entera. Culpable es la estupidez que nace del dolor. Culpables son los otros. Soy yo en esta ajada red social. Culpable es una imagen, o dos. Y la memoria selectiva que eligió mal.
Pero aun no se consigue dominar el tiempo y su retroceder. Es una utopía tan absurda. Es una excusa tan banal, que quiere dejar de ser mi utopía mayor. La técnica tiene falencias que para nuestro sentido común son obviedades. No puede deshacer la mortandad, ni nos permite estar en dos lugares al mismo tiempo. Tampoco hace posible volver el tiempo atrás.

¿Puedo construir algo que niegue lo anterior?, ¿o destruir lo construido?; ¿vencer el tiempo dándole la espalda a ese deseo de regresar para hacer las cosas bien?

O será mejor sencillamente construir… cosas distintas.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Rojo intenso

Casi en un descuido escribí en verso alguna vez un poema, quién sabe cómo lo titulé si es que lo hice, quien sabe de qué trataba si es que era algo más que mera rima. Sin saber muy bien qué era lo que hacía acepté esa propuesta de mis amigas en plena infancia y asistí a una reunión coral en la que el profesor determinó que yo era soprano. De alguna manera sin fuerza alguna la escritura y el cantar entraron en mí y adornaron mis rutinas desde allí en adelante. La vocación se nos impone, dijo un sabio filósofo una vez no hace mucho y yo lo presencié. Es cierto, pensé. Hay quienes pasan la vida entera buscándola. Nunca concebí una vida sin pasión, hasta que entendí que así como la felicidad es momentánea, la pasión también lo es, pero es, es decir que existe. Y al igual que la vocación y las más de las veces de la mano de ésta, también la pasión se nos impone. Quizá no haga falta esperarla, buscarla desesperadamente, sino simplemente (y con toda la complejidad que supone) no ignorarla cuando llega. Por qué volver el rostro hacia el pasado como el Agelus Novus que busca “recomponer lo despedazado”. Siquiera temerle al “huracán” del futuro. Quedémonos con el hoy.
Hoy, caminé las últimas dos cuadras de mis 23 años por Güemes hacia mi hogar. Faltaban dos minutos y yo empecé a sonreír. El miedo de llegar a este punto, la desesperación de buscar en mi historia señales de improntas vistosas, me persiguió esta semana, el lamento de la cercanía al cuarto de siglo. Y la total incertidumbre. Luego el teléfono empezó a sonar con saludos y alegrías y cariños y planes… y todo eso. Siento que nunca un número par me gustó tanto. Lo veo de color colorado, vivo e intenso. Le veo la talla de la madurez necesaria para empezar a madurar, del crecimiento preciso para empezar a crecer. Y cambiar mis mensajes hacia mi y hacia mi propio universo por párrafos cortos y sencillos que hablan de bienvenidas y abrazos.

Hace 24 años, a las 15.45 de un miércoles, llegué. Esta sensación de caída en un universo ya conformado que se alistaba para ser mi hogar. Caí. En uno de esos momentos que no son ni dorados ni de desintegración, sino un permanecer. Cuando todo era nirvana yo llegué. No podría haberlo querido de otro modo de haber tenido la imposible posibilidad de elegir. Y sé varias anécdotas que me dibujan el momento, que se quedan en mi y en mi bagaje de recuerdos sin memoria.
Llegué ese año que el horóscopo chino otorgaba al chancho de agua, el mismo año en que en varios se renovaba la esperanza hecha piel de la libertad, pero aun no hecha cuerpo. Cuando la sal entumecía los rostros, y habían sólo sospechas y temores de toda esa ausencia que luego fue evidente. En un país de jueves blancos y domingos grises. En el mes de los enamorados, de las flores. En un año de paradojas.
Así que me siento así: del color de la pasión, y bella como esta noche que anuncia la primavera cercana. Amo la vida, amo a mi gata, amo tantas cosas. Y yo que alguna vez creí mi pasión perdida. Será que hay que seguir buscando, con más que predisposición, por dónde encausar la energía. Y arriesgar las veces que queramos como mejor nos parezca. Somos tantas cosas, cumplimos tantos roles, influimos de tantas maneras en los otros y en nosotros a medida que la vida transcurre, que por qué no, animarnos a vivirla a nuestro modo como dice la canción.

lunes, 27 de agosto de 2007

Fotografías

Yo soy una de esas personas que tienen la manía de guardar. Papelitos, adornos, etiquetas, postales, cualquier mínima cosa. También heredé una pasión por órdenes internos esporádicos, momentos en los que tiro de golpe todas esas cosas que guardé meses o años atrás. Hoy buscando unas revistas Primera Plana entre mis apuntes me reencontré con fotos. No las traje hace mucho, es una selección especial de imágenes algo antiguas. Lo bueno de dejar pasar un tiempo entre reencuentro y reencuentro es este volver a sorprendernos en un breve viaje hasta el momento en que se tomó la fotografía. Y comprender la magnitud de las sonrisas, o quizá el cansancio de alguna mirada. Y el amor. Incluso entre aquellos que hoy han dejado de amarse. Recuperar los parecidos y los elementos de época.
Yo formaba parte de este trío hermoso, con las peleas y distanciamientos propios de la edad. Y aun formo parte, pero aunque así no fuera. Y también parte de esta familia tan bella. Y todo eso que mi memoria por frágil puede perder, quedó registrado en estos retazos de papel que se amontonan sobre el escritorio. Es como recuperar un sonido, un aroma, una sensación. Y sentirme dichosa de haber estado allí.

sábado, 18 de agosto de 2007

Veinte días para los 24


Cada año impar, yo cumplo una edad par...

miércoles, 18 de julio de 2007

Filiación

¿En qué momento uno deja de hablar con los padres?. ¿Es en ese instante en que deviene adulto y ya no pide permisos?. O es cuando desea esos permisos de forma explícita y como sabe que no va a obtenerlos (porque las diferencias de opinión sobre determinadas cosas son cada vez más abismales, sobre todo sobre cómo uno, hijo, maneja su vida y sus tiempos), sencillamente calla. ¿La comunicación madura o se interrumpe?. ¿Cuando uno finalmente cumple con los objetivos macro de sus padres (pongamos por caso tener un título), la sensación de deuda hacia ellos se extingue?. ¿O será que en ese momento van a desear otras cosas y seremos eternos morosos?. ¿Llegaremos a sentirnos libres entonces o no?. Queremos esa libertad o en nuestro reclamo exigimos algo que no estamos preparados para afrontar, esto es, hacer lo que queramos sin importar lo que digan. Y qué si cuando ellos nos dejan ir no queremos que lo hagan. Y qué si se transforman en el único motivo por el cual seguimos adelante, para no defraudarlos. Qué cosa tan ambigua con los padres. Alguna vez dije que están para hacer de lo fácil algo difícil y de lo difícil algo sencillo. Hay frases hechas que no son sinceras: “esto lo haces por vos, no por mi”. A simple vista no es verdad, sino no habrían ofensas cuando nos salimos un rato del plan estipulado. No somos ellos. No vivimos en su época. Gracias a su sacrificio hoy no necesitamos sacrificarnos, estamos más contenidos. Y el sacrificio quizá existe desde otro lado. En mi caso, estar sola, lejos. “Pero vos lo elegiste”. Piedad. Lo elegí, pero tengo permiso para sufrir la soledad. “Hiciste lo que querías”. Era una infante, un adolescente pocas veces sabe lo que quiere. ¿“Querés volverte?”. No!. Quiero quejarme un rato. Un rato nomás. Una eterna puja por quién es el victimario y quién la víctima en esta ronda. Qué cosa tan pasional con los padres. Todos sabemos de qué hablamos cuando hablamos de ellos. Todos pueden sentirse identificados con estas palabras. Y ellos, buscando el manual inexistente para criarnos, ponernos límites y encima facilitarnos la felicidad. Tolerando la adolescencia, etapa que debiera abolirse. Amor y odio. Catarsis y ternura. Presencia intolerable. Ausencia insoportable. Tire y afloje. Desesperación e inercia.

martes, 10 de julio de 2007

Noctámbula

En plena adolescencia solía quedarme mirando tele un rato después de cenar. Mi mamá desaparecía por el pasillo cargando su bolsa de agua caliente y deseándome buenas noches. A veces teníamos charlas prolongadas hasta que ella me dejaba hablando sola porque se perdía en algún sueño y era imposible recuperarla. Las luces de todos los ambientes estaban apagadas y era mi momento de libertad. Entonces encendía la computadora y empezaba a escribir. Cualquier cosa, lo primero que se me ocurría. Por aquella época hice mi primer cuento, Resplandores, que relataba una jornada de tragedia en un pueblo pequeño, tras el derrumbe del diario zonal. Era la historia de Milagros, una periodista adicta a las primicias. Hace poco lo releí. Empezaba así: Milagros se apartó del reflejo penetrante de aquel vidrio posado en el suelo, entre los escombros. Yo siempre tan ornamental. Uno no suele darse cuenta cuánto de su futuro queda registrado en un escrito inocente porque en ese entonces no me veía a mi misma como periodista ni mucho menos. Tenía todo por delante y ninguna sospecha. Pero era feliz. En esas noches, cuando el cansancio era su ausencia yo me sentía viva. Todas las mañanas de mi adolescencia fueron un caos para despertarme. Mamá probó alternando los tonos de voz, la intensidad de la luz, la abundancia de los desayunos, pero no había caso. Aún así, mis noches eran mías. Mi rincón junto a la ventana. Ese silencio imposible de la madrugada. Estaba gestándose en mí eso que soy.

1.30 de la madrugada y sigo despierta recordando mis primeros noctambulismos. Trabaje o no, no puedo evitarlos. También pienso en mis primeros escritos. No siempre nos gusta lo que escribimos, pero no deja de ser auténtico. Pienso en esto porque la veterinaria me dijo que cuanto más tarde yo en acostarme y cuanto más cálida sea mi casa, Camila nunca va a dejar el celo porque para ella es siempre de día. Los conflictos que se generan cuando uno deja de ser sólo uno. Cuando la convivencia se da en un ambiente más reducido que la casa de nuestra niñez, con sus pasillos y divisiones. Cuando de alguna manera hay que empezar a entender el significado de postergarnos por el bien del otro. De todos modos cuando no está en celo, el noctambulismo de Camila me resulta encantador.

miércoles, 4 de julio de 2007

París

París tenía esos colores diurnos, esa luz. El espíritu festivo y volátil,
esas dimensiones jamás vistas. Al ver la torre me quedé sin aire. Ya no pude hablar. No logré comprender el significado de mis palabras ocultas. Todo tan perfecto, tan bello. Una ciudad así, con sus suciedades y miserias, pero aún tan bella... que quise morír allí. Ser una de las flores de los puestos de Notre Dame, una molécula del río.
Después de todos estos años le temo al olvido de esos tontos detalles que creía invencibles, pero algo se me quedó en la piel, se perdió en mis ojos, en mis manos y en mi boca.
Fue amor a primera vista con París y de esos amores que duran la vida entera.

domingo, 1 de julio de 2007

Casa 23

Me despedí de la calle Santa Fe en un gesto sonriente. No tenía ni la menor idea de cómo era el lugar hacia el cual me dirigía, pero había una certeza: era lejos, muy lejos. Con todos esos gestos de temor en las voces de los otros y las recomendaciones pertinentes, con un disparador desde el centro de mi ser hacia la aventura de saberme lejos por una buena causa, con la confianza de otros tantos; sencillamente me fui.
Julián Álvarez se perdió de vista en algún momento que yo no divisé y la Avenida Pueyrredón era habitada por centenares de personas, con ese sol irrespetuoso del último suspiro del mes de junio. Abruptamente vinieron recuerdos de ese itinerario y supe que lo hacía hace meses rumbo a la fundación, pero sólo hasta que la Avenida Caseros desapareció también. Después no sé. Unas casas de ladrillos, una ruta, álamos, basurales, puentes. Silencio.
Aventurándome a paso lento sobre la gente inamovible del colectivo, pedí disculpas, pedí permisos, hice preguntas. Pero sólo una hora y media después de haber dejado esa vereda gris del Jardín Botánico logré bajar en Camino Negro al tres mil trescientos y llamé a Marta. El encuentro fue a mitad de cuadra y a mi lado esa estructura parecía una autopista enloquecida, “es nueva” me dijo Marta y caminamos hasta perdernos en el pasaje Saborido que habita Amberes.
El mate era dulce y el ambiente cálido. Me sentí en casa, a salvo de todo lo desconocido del radio exterior. Me sentí lejos y a salvo, ¿extraño?.
Cuando apagué el grabador era el momento exacto para partir antes de que oscureciera. Marta me mostró unas fotos, me recomendó un ibuprofeno para el dolor de garganta y me acompañó a la parada del 188. Desde el colectivo la vi por última vez, sonriéndole a una vecina. Recordé sus lágrimas mojando los recuerdos, sus ojos pequeños, cansados. Y recordé que yo… lloré también. El frío del regreso no me dolía, porque regresaba a mi casa, al calor de las paredes, a mis planes nocturnos, a mis trabajos en curso, a mis certezas y mis divinas inquietudes. A todo eso que nadie quebró jamás.
Quizá llorar el lamento ajeno por una injusticia nos vuelve un poco más humanos que antes. Talvés sentir en la piel el peso de la ausencia de un desconocido que revive ante nosotros en los ojos de su madre nos golpea de algún modo que derrite los muros de acero de nuestra rutina. Quizá.

Yo sé que a mi regreso, yo no era la misma.

viernes, 22 de junio de 2007

Tres, dos, uno... cero

2.33 a.m. Viernes por la noche (sábado por la madrugada). Acabo de llegar a casa completamente oxigenada y feliz. Como cuando paso un rato con mis sobrinos, que con tanta energía limpia y con toda esa inocente sabiduría, me aclaran los rumbos, las caras de las cosas y me llevan a formular inquietudes inauditas. La oxigenación que puede darte un paseo al aire libre contra la brisa del otoño disperso, o la imagen de esa tormenta desde la ventana, un baño con sales, una canción perfecta, palabras a tiempo, un abrazo... a tiempo, el sabor de ese postre, una copa de vino, un rincón en la sala en la que proyectan tu película favorita, o la que será tu preferida pronto, un final preciso a la novela que venís leyendo con devoción, un café en esa esquina tan cálida, el beso postergado. ¿Cómo nos mimamos frente al agobio?. Soy estudiante universitaria y tengo amigos que también lo son. Hay meses claves y este (junio) es uno de ellos. De pronto se supone que cerremos con broches de oro, o que salvemos cosas que parecen insalvables desde la perspectiva del cansancio, en no más de dos semanas. ¿Cuánto a favor nos da el encierro, la velocidad, la ausencia de aire, la palidez, el cansancio?
La pregunta es, ¿cómo manejamos el estrés? (sea cual sea su causa, hablé de la Universidad por razones obvias),¿le damos importancia?, ¿nos creemos máquinas capaces de regresar a un estado saludable cuando la cuenta regresiva culmine?, y finalmente, ¿cuánto de responsable tiene el sistema en estas cuestiones?

domingo, 17 de junio de 2007

Fechas

Hay días inventados. Todos conocemos los motivos de estas fechas comerciales. Sin embargo para algunos significan tanto. Es el primer día del padre de mi hermano Lucho por ejemplo y eso debe simbolizar mucho para él. Mamá considera que hoy es su día también porque ella ofició de madre y padre y sin embargo yo nunca lo sentí así, simplemente cumplió muy bien su rol de madre afectuosa y compañera. Es una persona enorme. Pero la Ley, el Jefe de la casa (antes de que estas fueran cuestiones pasadas de moda) era él. Acabo de escuchar su voz del otro lado de la línea después de tanto tiempo. Siempre es después de tanto tiempo. Y pienso en estas fechas creadas por el mercado que tienen su compensación en hacer sentir especiales a las personas. Y en que aunque uno conozca cómo funciona la lógica del sistema, siga respetando los saludos, las felicitaciones, los regalos, los rituales. Pero más allá de eso, cómo para los que no creemos tanto en estas cosas y lo hacemos casi por costumbre, hay ciertos días puntuales que pueden movilizar tanto. Será quizá que la ausencia se vuelve tan real y palpable de pronto. Mientras permanece en el fondo imperceptible, pero aun a sabiendas de que allí está, casi no duele. Y ahora se materializa. Es un pequeño golpecito al alma y luego todo vuelve a la normalidad.

Lo mejor es abrazarse. Y mucho.

jueves, 14 de junio de 2007

La película recomendada

El temporal me alejó de la carpa del amor comunista que colocaron los compañeros frente al Palacio Pizzurno. Con mamá aun de visita por las cancelaciones aéreas, optamos por cortar esa escasa luz del gris de la tarde con la sala oscura del cine. Día de estrenos, la cartelera rezaba tres títulos de nuestro interés. Elegimos XXY de Lucía Puenzo.
Para los que no leyeron las críticas comento velozmente que se trata de la vida de Alex, una adolescente hermafrodita que vive el despertar sexual de los 15 años desde sus dos sexualidades. Puedo decir que me conmovió profundamente, desde la fotografía del puerto en Uruguay, fresco, celeste y opaco como la trama, hasta los diálogos que más allá de tener sus silencios justificados, rondaban siempre en la indefinición, acorde a las vivencias de Alex. Un desliz por el temor al prejuicio y a la opinión apresurada del mundo. Pero sobre todo, y como oí en algún lugar, es sobre la posibilidad de elegir. Incluso de elegir no elegir.
Hay juventud, hay amor y deseo. Lo que me fascina de esta película es que es original y rompe el tabú de una problemática que muchos creen producto de la ficción, o de comunidades alejadas en tiempo y espacio.

Por cierto, tomar un café en Clásica y Moderna (justo frente a la carpa!) después de la proyección es un plus también recomendado.

miércoles, 13 de junio de 2007

En construcción 2

A veces me considero fuerte y exijo que los demás lo sean también. Promulgo una suerte de Ley según la cual la vulnerabilidad tiene su fecha de vencimiento y me valgo de conceptos psicoanalíticos para argumentar que es hora de dar un corte, siempre un corte a las cosas que hacen mal. Encuentro poco sentido a sentirse triste, lo veo como un deporte de ociosos. Sin embargo yo tengo muchas recaídas, pero siempre encuentro una lógica: extraño mucho a mi familia – “y… lógico, viven a 1500 km de distancia todos” - ; me fue mal en una materia – “y… es que justo me echaron del trabajo y estaba extenuada” - ; “¡me siento mal todo el tiempo!” – premenstrual -. ¿Soy tan fuerte como digo ser o es una fachada?. De algún modo la soledad puede transformarse en mi gran aliada en ciertos momentos. Aunque a veces pese, como en el caso de la añoranza, siempre vuelvo a ella y me refugio en mi. Mi casa es mi armadura y yo un bloque inquebrantable. Siempre, siempre voy a salir adelante sola. A veces la niña que en mi habita me juega una mala pasada y busca la aprobación de mamá para todos los estados, buenos y malos. Busco su permiso para sentirme mal o bien. Cualquiera sea el resultado lo detesto y es un motivo más para quejarme. Pero esas relaciones patológicas con los padres son un tema cuasi aparte.
Lo apasionante de la soledad es que tiene esa doble faceta. Puede ser cómoda o no. Puede ser inoportuna o bienvenida. Intrusa o compañera. Ante la frase hecha según la cual “para estar bien con alguien hay que primero llevarse bien con uno mismo” me siento a salvo. Sólo que a veces cuanto más autosuficiente me vuelvo me cuesta mas aceptar al otro, siempre hablando de parejas y no sólo porque a veces la soledad agarra por el lado del entorno amistoso, pero es siempre en este caso brevemente temporal.
Le pregunté a mamá claro… “¿por qué el mundo está diseñado para que necesariamente lo compartamos con otro o al menos busquemos a ese otro con quién compartir?”. Respuesta: “porque de a dos todo es mucho más fácil”. “Entonces, ¿hay que unirse para enfrentar las adversidades del mundo hostil que habitamos?.” Respuesta: “(suspiro)…Diana, compartir es lo más lindo”. Simple, escueta, reveladora. Una mujer divorciada que aun cree en el amor y en la familia lo simplifica todo. Es sencillamente más lindo compartir las cosas.

Siempre.

miércoles, 6 de junio de 2007

En construcción

Creo que la soledad tiene sus vicios. No hay horarios ajenos a los propios, ni gustos que pongan en dilema la elección del menú. La música es personal y también el silencio. Los rincones persisten en el mismo estado en que se los deja al salir. Todo tan intacto. O tan caótico. Pero único. Cuando somos independientes la vulnerabilidad se nos vuelve esquiva o más presente que nunca?. El dolor duele menos o más?.
¿El contacto con el mundo exterior, con los amigos y la familia, es más lejano, adentrándonos en nuestras burbujas, o más cercano que cuando estamos en pareja?.

sábado, 21 de abril de 2007

La canción del mes

Hice todo lo posible por seguir
cambie el color de mis ojos por marfil ahahh
acostumbrado a mentir
acostumbrado a reir

van mil dias que no se lo que decir
sin ideas de buenos aires a junin ahahh
oyendo letras de folk
leyendo un libro de amor

te busque pues cada vez que te encontre
y en tus ojos no vi brillos como aquellos ahahh
el show en "El Tinto Bar"
cuando me viste cantar

y el verano trajo luces sobre el mar
y entendi que hay mil maneras de dar ahahh
aunque no te haya hecho bien
a mi manera te ame

no soy el tipo que parezco ser
no soy el tipo que tu crees ver
se que no es facil para mi ser yo ah ahh.. ah aaah...

no hay una sola razon para sufrir
las cosas siguen su curso como el Rin ahahh
el rio no tiene fin
sigue su vida en el mar

y hoy estas radiante como Nueva York
y yo estoy pensando en otro lugar...
no tengo nada que hacer
esto no da para mas
no tengo nada que hacer
esto no da para mas esto no da para mas

Aire - Estelares

viernes, 30 de marzo de 2007

Silencio

Mi profesor de Diseño dice que "la crisis del escritor frente a una hoja en blanco" es una gran mentira. Que si alguien se propone escribir y no lo logra es sencillamente porque no tiene nada que decir. Que los tachones, o el esfuerzo para llevar a cabo una composición no deberían existir y en ese caso, lejos de seguir intentandolo hay que cerrar y volver cuando se esté listo.

...

lunes, 12 de marzo de 2007

Sinopsis

Siempre oí hablar de Mar del Plata como “La feliz”. Sé que a una mayoría le interesa veranear allí, tomarse recreos de fines de semana largos o cortos y que muchos sueñan con habitarla de manera permanente. A mis padres les gusta mucho y siento que sonríen a través del teléfono cuando la mencionan. Pienso que quizá algunos de sus momentos más afortunados ocurrieron en esa costa. A mi nunca me llamó demasiado la atención porque llegué a mi familia en un momento en el que ya habían recorrido el país y anclado en diversas ciudades, y si bien viajé, no comprendía cuán acertada inversión es viajar.
No conocí la ciudad, porque no fui a conocerla. Fui a ver películas. Fui a convivir con una amiga y una amiga de mi amiga con la que tuve excelente afinidad desde un comienzo, cosa que no siempre ocurre. Ocupamos un Hostel en el que no hicimos otra cosa que correr. Corrimos la galería principal rumbo a la cocina, corrimos en el comedor, comimos corriendo y huimos corriendo al grito de: “¡vamos que en 20 minutos empieza la otra peli!.. taxi, cole, caminando???”. Y eso, bromas aparte, nos gustó y mucho.
En lo personal descubrí que el cinéfilo es un ser muy sociable. Por más que no te conozca si te tiene cerca va a buscar entablar conversación, porque el arte une de modo natural y porque siempre está abierto a diversos puntos de vista. Y un film es eso. Un punto de vista.
Vimos desde una argentina con 40 minutos prescindibles que encuadraba, ¿serían varias historias dentro de una o la misma historia contada desde distintos ángulos y en simultaneo?, hasta un triller de Hong Kong, pasando por un poema fotográfico brasilero, otra película sobre cómo se hizo una película, una sobre la vacuidad de los vínculos humanos, una comedia sobre la llegada de nuestros antepasados, y una… acerca del amor. Presenciamos conferencias de prensa y recuperamos el deseo de trabajar por los derechos humanos, aun también nosotras idealistas desencantadas.

Hoy es lunes y la Avenida Santa Fe a las 7 a.m. ya enloquecía. Siempre llega el momento de regresar. Pero también el de volver a partir.

jueves, 8 de marzo de 2007

Déjà vu

El viernes pasado estuve mostrando unos deptos. durante la tarde. Cerca del final de mi recorrido, siempre por Palermo esta vez, tuve una elipsis de una hora y me senté en un café a merendar y a recomenzar con Amor Líquido de Bauman, libro que logró deprimirme en su momento y he allí la razón de mi abandono. Bauman ha escrito ya un sinfín de historias líquidas. Con este que estoy leyendo es sumamente difícil no sentirse identificado.
Ahora bien, 15 minutos antes de la siguiente cita en la calle Laprida (a dos cuadras del café), salí rumbo al encuentro con Michelle, una suizo- francesa- italiana, autedefinida actriz independiente con cabello rojo fuego y una cuota suficiente de carisma. Michelle no encuentra el depto ideal para su estadía en Buenos Aires y es por eso que ayer miércoles después de convivir una hora y media con ella, dejó de caerme simpática. Pero volviendo al viernes, antes de conocerla, me encontraba yo caminando por la calle French a paso paseo cuando sonó mi celular. Era mi jefe. Crucé Laprida y lo atendí. En ese instante escuché el crujir de unos frenos furiosos sobre el asfalto y giré inmediatamente: un taxi había chocado a otro. Dos o tres horas más tarde y volviendo a casa por Coronel Diaz, sucedió otra vez. El freno, el ruido, los gestos de los transeúntes, el taxi. Pero no hubo golpe, ni portazos, ni enojos, ni papeles porque no hubo choque.Esa noche en un bar Hip hopero de Olivos tuve un déjà vu real. Saliendo del baño, vi pasar frente a mi un joven corpulento y venido a menos que me miró de reojo. Una hora más tarde, nuevamente saliendo del baño, volvió a pasar el mismo joven, aun más venido a menos y con la misma mirada.
En un instante de comicidad comenté a mis amigas que si ese chico era taxista todo cerraba. “Voy a chocar en un taxi conducido por él en mi regreso a la Capital”.

Lo que nos asusta de los déjà vu y de las repeticiones es quizá la posibilidad de que sean señales de sucesos futuros, así como resabios de vivencias pasadas. Son cuestiones que parecen estar más a nivel inconsciente o que escapan a nuestra psiquis y forman parte de un universo de causalidades. En cambio cuando encontramos señales, sean buenas o malas, no hay más que una predisposición mental a verlas. Como si fueramos por la vida buscándolas como excusa para justificar lo inexplicable.

lunes, 26 de febrero de 2007

Motivos

A veces la vida nos llena de motivos para olvidar. Hace irrumpir un recuerdo triste, un momento irrecuperable y podemos llegar a sentir algo parecido al odio por un instante. Y otras veces, al centro de la razón, subyacen memorias felices, caricias viajeras, y el sabor amargo del rencor es reemplazado por una tibia nostalgia que precede al olvido. Como un dejarlo ir. El veneno se extingue y sólo somos humanos, nuevamente íntegros. Yo no sé si mis heridas se cerraron del todo, pero al menos dejé de ignorarlas. Si las lágrimas no son de tristeza, quizá sean de despedida. Los duelos tienen sus propios tiempos para cada ser. Y si es importante vivirlos en plenitud es para que no queden residuos que entorpezcan una nueva ilusión futura. Cuando creímos que nos habíamos deshecho de todos los restos, siempre hay uno oculto dentro de un libro, en un cajón, en un bolsillo, para encontrarnos cara a cara con el pasado. Y por última vez.

sábado, 24 de febrero de 2007

Tía Diana

Entré corriendo por el salón principal, subí de a dos los escalones y una vez en el aula en un suspiro y agitada lo dije: Soy tía. Tenía 13 años y estaba en séptimo grado. Dos meses atrás me encontraba diciendole a mi hermano que por más que Raimundo Amador fuera un buen cantaor de flamenco eso no era motivo suficiente para llamar así al nene. Cuando entré en la habitación y lo vi en sus brazos, sonreí primero y acto seguido pregunté temerosa: y cómo se llama?... Marcos contestó complacido: Se llama Martín. Un poco más tarde supe que su nombre completo era Martín Bartolomé. Hoy, con sus diez años es una bellísima persona, muy creativa y con muchisima templanza. No se deja abrazar ni besar mucho, pero por momentos se acerca y es el mejor regalo.
Unas horas antes de cumplir mis 14 años, Marcos (nuevamente en escena) llamó a casa para que nos quedasemos con Martin esa noche... Claudia había empezado con las contracciones pre parto. Pasadas las doce mamá me regaló unos aritos preciosos y Martín descansaba en su aposento. A la mañana siguiente, Delfina era la nueva personita de la familia. Sí, nos parecemos. Es pasional con lo que dice y lo que piensa. Tiene un sentido del humor muuuy desarrollado y una energía perdurable. Muy.
Yo tenía 16 años recien cumplidos, plena adolescencia. Isabella estuvo un tiempo en la incubadora, era muy pequeña y ya desde entonces gozaba de una belleza llamativa. Recuerdo que el primer tiempo la cuidabamos todos los miercoles. Y recuerdo también que por ese entonces yo estaba de amores, con mi primer amor... (luego descubriria que era un tonto, por no decir otra cosa ya que estamos hablando de lindos recuerdos). Isa es tranquila. Sabe escuchar y comprender todo lo que pasa a su alrededor, muy despierta para tener sus 7 años. Pero es firme en lo que quiere. Y no se deja convencer de lo contrario fácilmente.

Desde aquellas épocas soy tía de estos tres personajes. Crecí siendo tía, áprendí con ellos a serlo.

Tres días atrás, yo me apuraba en salir para el trabajo y mantenía una discusión en diferido vía mail con mamá. Absorta en mis preocupaciones cotidianas tomé mi celular para ver qué decía ese nuevo mensaje de texto que acababa de llegar. "Nació Lautaro" y las palabras parecieron relativizar todo a mi alrededor. No conozco su cara, su vocesita, no nos vimos todavía. Nos separan algunos kilómetros. Pero la sensación es la misma...

Pensar de pronto: No es maravillosa la vida?.

viernes, 16 de febrero de 2007

14 de Febrero

Ayer armé mi propio espacio en el msn. El famoso "Space" en cuya creación alguna vez fallé. Armé algunos albums con fotos de mis seres queridos, con fotos mias. Lo curioso era el día, el horario. Me delatan. Si un 14 de febrero cerca de la madrugada me encuentro en esa labor es porque evidentemente no soy una enamorada de alguien enamorado de mi. Cada vez que volvía hacia atrás para cancelar alguna operación, el sistema hacía que el album en elaboración adquiriera el título de la fecha. De pronto todo se llamaba 14 de febrero. Hasta pensé en llamar así este blog! Olvidar Buenos Aires y sus despertares y explayarme en mis encantos y desamores hacia Buenos Aires (ese objetivo no lo pierdo). Si consultan a mi amigo Google descubrirán que hay diversas historias sobre el origen del mito sobre el Patrono de los enamorados.

Lo cierto es que como cualquier otra fecha comercial, tuvimos la oportunidad de vivir la invasión publicitaria correspondiente (serán para mi inolvidables los globitos de Coca Cola cantando "Momento cursi, cursi cursi"- http://www.bold.cl/blog/?p=411 - que despertaron mis carcajadas frente a la confundida mirada de mi gata), de cruzarnos con parejas más enamoradas que de costumbre y la ebullición floral, bombonistica y peluchera más impactante de todo el año. Tal como dicen, queramos o no, febrero... es el mes del amorrr.


Ahora, no es maravilloso que lejos de agredirnos como de costumbre, la publicidad ("pub" en informal francés) multiplique las partículas de amor que hay en el aire?.. Love is in the air, every were i look around...

Ayer fue una día histórico en lo personal.

Ayer... me volví cursi.

viernes, 2 de febrero de 2007

Sólo calor

Hay momentos en los que el ruido se disipa y se vuelve nada. Hoy intenté caminar un poco por Santa Fe y me sentí una figura ajena observando los rostros de los otros. Y me pregunté cómo logran ser felices en medio de tan concurrida soledad. Hoy es viernes por la noche y el calor me retiene en casa. No solo el calor, sino también el despilfarro de juventud de las últimas semanas. Necesito recuperar. En un día de 30º que parecieron 35º, imagino a mis pares haciendo planes para salir. Santi está zarpando rumbo a España, Alelí pretendía descansar y reponer fuerzas, a Ceci la había atacado el sueño y Aldi tenía varias propuestas dando vueltas por lo que pude entender, después de que mi baja de presión suspendiera nuestra posible ida al cine. Me pregunto qué habrá en cartelera.

jueves, 1 de febrero de 2007

Despierta Buenos Aires y esta vez conmigo

Llegábamos con tiempo a la terminal de Trelew y Nino cargaba mi valija. En ese momento decidía crear este blog. Aunque no entienda mucho el virtualismo cibernético y suela moverme por la red improvisando, me pareció oportuno. En principio fue como crear un diario de viaje, para dar cuenta de lo que veo en el tiempo que me resta en Buenos Aires (que se reduce a la exacta cantidad de materias que me restan), porque (a quién no) todos los días me llama la atención alguna cosa de las miles que deben pasar a mi alrededor. No importa demasiado si hay comentarios tras cada publicación, pero me atrae la idea de compartir un punto de vista, entre tantos...

Recién llegada de mis vacaciones y entusiasmada con el año impar... inauguro mi blog, emocionante... veremos qué sucede.